Mucho se habla de la frugalidad del presidente Danilo Medina, su desapego a la clásica ceremoniosidad que rodea al presidente; sus gestos humildes, su imagen de hombre de pueblo, de pocas palabras y pocos gastos, al menos en nombre propio.
Sus viajes al exterior son una de las muestras mas palpables de ello. Acostumbra viajar con una comitiva reducida y siempre que puede regresa al mismo día, algo que contrasta con la tradición reciente de los presidentes viajeros de la cual dos expresidentes han hecho gala.
Su último viaje comprende apenas unas horas; visitará Cuba y Honduras donde participará en la reunión de CELAC y en el acto de traspaso de mando respectivamente. Según veo en Twitter, salió presuroso de Tegucigalpa, apenas concluido el acto oficial:
Concluidos los actos del traspaso de mando, el presidente @DaniloMedina se dirige al Aeropuerto de Toncontín. pic.twitter.com/wJf26ED9Ex
— PresidenciaRD (@PresidenciaRD) enero 27, 2014
Recuerdo aquella época a principios de siglo, cuando el entonces candidato Hipólito Mejía criticaba a Leonel Fernández por sus múltiples viajes pero, llegado el momento de gobernar, se hizo viajero frecuente, en estancias que solían durar días incluso semana completa, los cuales Milagros Ortiz Bosch aprovechó a sus anchas para sentar cátedra con sus dotes de mujer de estado, algo que no fue tan notorio con Leonel Fernández, cuyos vice pasaron desapercibidos, operando fuera de cámara. Y esto me lleva precisamente al motivo de escribir este post:
¿Por qué tanta prisa del presidente?
Algunos defenderán esto con la excusa de la sencillez y control de gastos; otros apelarán a la apretada agenda presidencial. Sin embargo, el contraste y la comparación con Hipólito y Leonel no es para pasar por alto. A mi entender estos dos permitían mas independencia a sus funcionarios, quienes tenían mas margen de maniobra; puede decirse que Leonel delegaba mucho, quizás demasiado, mientras que con Hipolito cada funcionario era un cacique.
Esto nos lleva a unpunto que pocos notan: Danilo, con su sencillez va formando no solo una reputación de hombre cauto y sencillo, sentando las bases de un populismo en torno a su persona, sino que también da muestras de un control sobre el aparato de gobierno que remonta a épocas pasadas.
Otros, quizás los mas cínicos, dirán que simplemente el presidente no quiere que Margarita caliente la silla y le coja gusto…