El tema esta sobre el tapete desde hace unas semanas: Menor, emabarazada, con cancer, esperando quimioterapia.
¿Que otra peor cosa podria pasarle? La vida es un lio ciertamente.
Por suerte, ya el Ministro de Salud Pública autorizó el tratamiento de quimioterapia, luego de que el Cardenal López Rodriguez autorizara al ministro a darle autorización a los médicos. ¡Vaya circo!
Cuando visualizamos que se trata de una menor de edad, mortalmente enferma, embarazada, que los médicos no se atrevían a aplicar un tratamiento por el riesgo de aborto y las posibles consecuencias legales que esto conllevaría,
Cuando salvar una o dos vidas puede ser ilegal…
Cuando el todopoderoso Cardenal tiene que autorizar a las autoridades a que autoricen el tratamiento…
Cuando vemos que el Cardenal se pronuncia sobre esta joven al mismo tiempo que establece su criterio sobre el sistema politico
Cuando vemos que el Ministro declara que:
«No hay que hacer ninguna junta, ya yo decidí, y ésa es una decisión que si los familiares aceptan el uso del medicamento, los médicos estamos en el deber de hacerlo»
Como si su palabra fuera ley, batuta y constitución.
No Señor Ministro, lo que se necesita no es que usted o el cardenal les de la gana de decidir esto o aquello. Lo que se necesita es simplemente es tener regalas claras, logicas y precisas que deben cumplirse. Punto.
Cuando sumamos todas las consideraciones anteriores es que deducimos que este no es más que una caricatura de pais, donde la vida de una persona no vale nada, donde la educación es un sueño… y no hablo de la educación en las escuelas, ni la educación universitaria, hablo del sentido común.
¿Como es que una niña en esas condiciones termina embarazada?
Tenemos una cultura patriarcal que fomenta la dependencia. Para muchas mujeres jóvenes todavia su futuro está atado en amarrar un hombre que les mantenga. No digo que este sea el caso, pero es muy común esperar que un dominican-york o un viejevo les resuelva por el compromiso con el hijo.
Quizás es un porcentaje muy bajo, pero pasa, y no solo en los barrios, sino en clase media, incluso profesional con una frecuencia relativamente alta.
Es necesario e imperativo que la educación sexual forme parte relevante en el curriculum educativo. No se puede esperar que la familia se encargue de eso. Está más que demostrado que no se logrará a corto plazo. La mujer necesita saber que tiene oportunidades, que debe protegerse, cuidar de ella misma y hacerse cargo de su propio destino sin necesidad de depender de nadie.
Mientras jóvenes (y no tan jóvenes) sin educación (o con titulos universitarios) insistan en creer que pariéndo un muchacho van a establecerse y/o forzar o reforzar una relación, seguiremos teniendo los mismos problemas.
Peor aún: mientras la sociedad, los médicos, incluso las autoridades tengan que pedirle permiso al cardenal para practicar quimioterapia (con el riesgo de un posible aborto) tampoco vamos a ningun lado, pues la sociedad y el estado no pueden ni deben rendirse a los pies de la opinión religiosa de nadie, y mucho menos del Cardenal quien, con el debido respeto que su investidura merece, no es la persona mas adecuada para tomar decisiones médicas.
Este pais necesita cambios, cambios profundos, cambios que no se limitan a la forma de educar, sino a la forma de ejercer la autoridad, cambios en la esencia misma de como hacer política.
Si, política, porque el problema en cuestón es un problema político, cuando debió ser una simple intervención médica. Y si, tambien es politico en cuanto al embarazo de la menor, pues ha sido una serie de malas politicas que han permitido la proliferacion de menores embarazadas.
Espero que la joven logre salir adelante, y pueda servir como ejemplo de que a veces hay que dejar de lado las pasiones y los sentimientos. Si no sobrevive habrá 3 ó 4 imbéciles lavándose las manos y la historia se repetirá, pero si sobrevive puede ser ejemplo de lucha, de las cosas que pueden cambiar, puede ser la cara visible de que se puede enmendar una vida, que se pueden superar obstáculos y sobre todo: que la lógica, la ciencia y la preservación de la vida existente deben primar sobre el «yo creo».